Crucificaron también con él a dos ladrones, uno a su derecha, y el otro a su izquierda. Y se cumplió la Escritura que dice: Y fue contado con los inicuos.
Marcos 15:27-28
Se encontraban frente al Juez, habían cometido un delito y merecían la cárcel, pero en esos tiempos los derechos humanos no existían, por lo que se procedió a dar la máxima condena, la muerte, eran dos amigos de la infancia, que habían escogido el camino “más fácil”, eso los había llevado hasta ese momento de sentencia, pronto seria la última vez que verían a sus amigos y familiares, se enteraron que no morirían solos, que habría alguien mas acompañándolos, claro de esa persona no sabían nada, les parecía extraño que no lo hubieran conocido en la cárcel, pero igual, tuvo que hacer algo muy malo para ser sentenciado a la muerte, cuando lo conocieron uno de ellos, tuvo el acierto de discernir que ese condenado era inocente, bajo ninguna circunstancia se justificaba aquel hombre, porque sabia que era culpable, pero no podía creer que ese tercero en discordia mereciera la muerte, si uno de ellos no lo merecía era ese hombre, su amigo por supuesto pensaba, que era posible apelar porque si había un inocente definitivamente todos debían de ser inocentes, aun sabiendo que él, sí había sido un ladrón toda su vida, en esta escena encontramos las dos realidades que vivimos los cristianos, los que nos declaramos culpables y los que tratamos de ocultar las cosas que hacemos, justificándonos por medio del comportamiento de otros, el gran problema es que todos somos culpables, no hay ningún santo entre nosotros, no importa cuantos años tienes de conocer a Dios, no importa cuan grande es el ministerio que Dios ha dado bajo tu cuidado, no importa que tantas invitaciones recibes para predicar, no importa absolutamente nada, ya que todos somos culpables, todos pecamos, todos cometemos errores y lo que debemos de hacer es arrepentirnos, aclaro arrepentirse no significa que no vas a volver a fallar, sino reconocer haber pecado y estar dispuesto a no volverlo a hacer, eso es arrepentimiento y sabes todos los días lo necesitamos, ya sea por nuestro temperamento tan explosivo, por conducir como que fuéramos en un auto de carreras, por no respetar el rojo del semáforo, por nuestra manera de expresarnos, por nuestros pensamientos o por lo que hoy vieron nuestros ojos, por lo que hablo nuestra lengua, etc. No se trata de cometer un pecado de esos que mal llamamos graves, sino que el hecho de hacer las cosas contrarias a lo que Dios espera de nosotros ya nos hace culpables, por eso te decía no hay nadie perfecto, el único fue aquel que fue sentenciado junto a esos dos ladrones, ese que no tenia pecado, que no tenia mancha, pero fue tratado como el peor criminal, es más, esos dos ladrones no fueron azotados tanto como lo fue el, no recibieron burlas como las que recibió y es que aunque parezca irreal, así estaba escrito, necesita sufrir por culpa de los culpables, por culpa de todos aquellos que son iguales a nosotros, necesitaba ser sentenciado a muerte, para que nosotros viviéramos, para que fuera instaurada la gracia, por la que nuevamente somos aptos para entrar a la presencia de Dios, claro siempre habrá dos tipos de culpables, pero si de algo estoy seguro, yo quiero ser el que reconoce su culpa y agradece el sacrificio de Jesús en la cruz, por eso es que Él único que merece toda la gloria y honor, porque tomo mi lugar en medio de esos dos ladrones y murió para que yo pudiera tener la posibilidad de la vida eterna junto a Él y no solo lo hizo por mí, sino por ti y por todos los que conoces aun tus enemigos, esa es la única verdad, somos culpables, pero mediante el sacrificio de Jesús, somo libres del pecado que antes nos condenaba.