Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! Romanos 8:15
Me encanto un documental que tuve la oportunidad de ver la semana pasada, que hablaba sobre los estudios Pixar, si los creadores de Toy Story, Los Increibles, Cars, Monster Inc y muchos más, una de las entrevistas que más llamo mi la atención, era cuando le preguntan a John Lasseter como logro el éxito, el dijo lo que pasa es que no sabíamos nada de hacer una película, entonces no sabíamos que estaba permitido y que no, que era correcto poner en el guion y que era incorrecto, teníamos libertad creativa, sabes siempre en cada película, documental, libro o publicación que tengo oportunidad de ver o leer, trato de aprender algo y utilizarlo en cuanto a una predica o un devocional, ese preciso pensamiento dio vueltas en mi cabeza, la libertad creativa, al no tener los vicios de los tradicionales estudios de cine de ese entonces, ellos lograron romper todo paradigma establecido, en el momento que lo descifre me puse a pensar y que si nos tomamos vacaciones de toda religiosidad, con el tiempo se nos van pegando paradigmas establecidos en la iglesia organizada, recuerdas cuando llegaste la primera vez a una iglesia, recuerdas cuando fue la primera vez que sentiste la presencia de Dios, recuerdas las primera vez que sentiste su amor, es interesante pero con el tiempo nos ponemos mas exquisitos y no nos damos cuenta que ese primer momento, esa primera vez todo fue genial y genuino, no provocado por una palabra profética, no provocado por una palabra de prosperidad, o por lo famoso del predicador en turno, esa primera vez eras tu y Dios, nadie más, no habían reglas establecidas, dejaste que el Espíritu Santo tomara el control y que Él te fuera guiando, claro habrá alguien que dirá, pero éramos recién nacidos en la fe, éramos niños en la fe, ahora somos teólogos, doctores en divinidad, ahora somos ministros, sabes los momentos que más disfruto en familia con mis hijos y mi esposa, es cuando todos juntos jugamos, como cuando nosotros éramos niños, cuando reímos a carcajadas por algo que hablamos, esos momentos en los que nos abrazamos sin esperar nada a cambio, ese momento en donde el paradigma de la distancia entre papá e hijo se rompe, para que todos nos volvamos uno, hoy desafortunadamente en ese crecimiento espiritual no volvemos más gourmet en cuanto a lo que es la presencia de Dios, queremos algo más profundo, cuando no hay nada más profundo que lo genuino, ese encuentro íntimo entre tú y Dios, sin reglas, sin teologías, sin liturgia, sino donde tu puedes correr a sus brazos y solo decir Abba Padre, sabes trato de tener ese momento cada vez que puedo, no me interesan las máscaras, no me interesa guardar la compostura, no me interesa el título, no me interesa el tiempo o el momento, solo saber que Él esta a la espera de darme un abrazo y rodearme con su amor, creo que ese es el éxito espiritual, talvez sea el único loco que lo cree, pero de nada sirven los títulos o toda una vida espiritual, si no puedes correr a los brazos del padre como su hijo y reconocer su amor, por ti y por todos los demás.
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