Y Él les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados, hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. Mateo 8:26 LBLA
Cuantas veces hemos visto en el cine o en alguna película en la tv, a una persona gritando a todo pulmón “tierra a la vista”, creo que yo he perdido la cuenta de cuantas veces lo he visto, pero es un momento clave en la película, porque regularmente esa escena es de vital importancia cuando los marineros están sin fuerza, cuando la reserva de alimento se ha terminado, cuando se habían dado por vencidos y estaban solo esperando morir en altamar, quiero ponerte en contexto, te imaginas lo que esos hombres han tenido que soportar, tanto tiempo lejos de su familia, las grandes tormentas y vientos contrarios que se levantan en altamar, el racionamiento de comida, las largas jornadas de trabajo y reconstrucción después de cada tormenta, creo que por eso es que es icónica esa frase “tierra a la vista”, porque era un momento de cambio, era un momento en el que descansarían de estar sufriendo los embates del clima, donde por fin podrían sentarse a degustar de una comida adecuada, donde podrían dormir sin ser levantados por el movimiento de una nueva tormenta, el poder abrazar nuevamente a su familia y compartir juntos, precisamente reflexionando sobre el tema que iba a tratar en el devocional, se me venia ese ejemplo a la mente, porque muchas veces en la vida cristiana, nos sentimos como esos marineros, parece que todos los días se levanta una nueva tormenta, parece que no hay tregua, que nuestra capacidad de resistencia está siendo probada, pareciera que hay un complot para que tiremos la toalla y peor aún, vemos como a nuestros vecinos, amigos, familiares y conocidos las cosas parece que les va muy bien, entonces eso provoca en nuestra mente un corto circuito, como es posible esto, si yo estoy haciendo todo adecuadamente, no hago nada malo, pero a ellos que hacen algo indebido les esta saliendo todo a la perfección y comenzamos a poner duda en nuestra cabeza, dejamos que el enemigo rompa nuestra armonía y debemos reconocer que por momentos solo dejamos que por inercia la vida continue, sin saber si esto acabara en algún momento, ese momento solo es comparado cuando los marineros se dan por vencidos, sin fuerzas, solo esperando que el barco resista todas las tormentas y los lleve a buen puerto, recién veíamos como ciertos barcos salen a pescar salmón, cerca de las costas de Alaska y es inevitable no darle la razón a los discípulos sobre el miedo que tuvieron cuando la barca se movía a causa de la tormenta, al ver como azotan las olas a barcos muchísimo mas grandes, una simple barca la destruirían, por eso es que los discípulos en su humanidad decidieron despertar a Jesús, por eso es tan intensa la frase “sálvanos que perecemos”, cuantas veces hemos gritado esa misma frase en nuestras vidas, para serte franco y sincero, he perdido la cuenta y no es que me justifique, es que mi humanidad siempre sale a relucir cuando he perdido la fuerza en medio de las tormentas, por eso te decía me identifico muchísimo con esa frase “tierra a la vista”, porque significa que la historia de esos marineros aún no ha terminado, por más vencidos que se encuentran, pues déjame decirte que tú has estado es muchas situaciones así y aun sigues aquí, no es momento de darnos por vencidos, es aceptable que estemos abrumados, cansados, agotados o molestos, porque las tormentas en lugar de desaparecer, cada vez se vuelven más intensas, pero aun tu vida no ha terminado, aun tu propósito no ha terminado, Jesús va contigo en la tormenta, talvez no va a quitarla, pero la certeza que debes tener es que siempre te llevara a tierra, cuesta recordarlo, por supuesto que sí, pero es en ese instante que debemos hacer uso de la Fe, porque tú junto a Jesús gritaran una vez mas “tierra a la vista”.
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