Vale más el fin de algo que su principio. Vale más la paciencia que la arrogancia. Eclesiastés 7:8 NVI
La sociedad hoy en día nos valida por nuestro origen, son muy pocos los que pueden ver la decisión en el corazón de las personas hacia donde llegaran, todos quieren productos terminados, todos están aplaudiendo al licenciado recién graduado, pero muy pocos están dando aliento a los que acaban de ingresar a la universidad, regularmente tienen palabras de desaliento para ellos, como “posiblemente no te vayas a graduar”, no digamos cuando alguien acaba de emprender alguna idea de negocio, nadie quiere firmar un contrato con esa empresa, por mas puertas que se tocan, parece que nadie decide confiar o invertir en el inicio de un proyecto, pero cuando el emprendimiento alcanza el éxito, allí están los clientes alabando y queriendo trabajar con ellos, por eso es tan cierto lo que dice el pasaje que hoy encabeza este devocional, vale mas el fin de algo que su principio, vale mas la paciencia que la arrogancia, el problema es que por lo mismo nosotros no nos tenemos tanta paciencia, este verso nos debe llenar de valor, nos debe llenar a ánimo, porque el Señor esta diciendo no te preocupes por tu origen, puede que sea humilde, puede que sea un origen que nadie note, pero lo importante es armarse de paciencia, porque el final será de valor, es interesante como en nuestra sociedad valemos por el lugar donde nacemos, el país al que pertenecemos o la familia de donde venimos, es curioso pero hay personas que al nacer “parecieran” destinados a la riqueza y habemos algunos que “pareciera” estamos destinados a la pobreza, a la falta de oportunidades, pareciera que ese es el mensaje de la sociedad y el problema es que nos lo creemos, pareciera que hay personas que se dieron por vencidos antes de comenzar, a lo largo de mi vida me he topado con personas que no luchan, no sueñan, no anhelan, simplemente se dejan llevar por lo que “les toco”, no hay nada mas triste que encontrarse a personas así, pero también he encontrado personas que luchan todos los días de su vida por salir adelante, por seguirse preparando, por cambiar el veredicto dado por la sociedad, en nuevos comienzos no creemos en los veredictos de la sociedad, creemos en la palabra de Dios y en ella nos dice que no importa el origen, lo importante es el final, que es mas importante la paciencia, debemos de vivir nuestra vida conforme a nuestros sueños, sabiendo aprovechar cada momento de nuestras vidas para romper lo que la sociedad ha sentenciado sobre nosotros, para hacer real la palabra de Dios en nuestras vidas, por eso me encanta ver a jóvenes que conocí en el colegio, básico o diversificados, siendo todos unos licenciados, arquitectos, ingenieros, a jóvenes que compraron un pequeña cantidad de producto para vender y al día de hoy son empresarios, a jóvenes que comenzaron con un instrumento prestado, que tuvieron que tragarse muchas veces los gritos de aquellos que eran los dueños o se creían los dueños de esos instrumentos, pero que hoy en día con paciencia, se han convertido en grandes músicos, me encanta ver como lo que nació como una necesidad en su vida, hoy se ha transformado en una empresa, siempre he dicho que la iglesia debe ser un agente de cambio no solo espiritual, sino en la manera de renovar sus pensamientos, no has escuchado que los judíos son muy buenos para los negocios, son hombres de negocios exitosos, cuando lo hablas con algún líder de iglesia siempre dice, porque son el pueblo de Dios, pero te tengo una noticia, nosotros también somos su pueblo, nosotros a través de Jesucristo (Romanos 8:17), entonces no importa si nacimos en Guatemala, no importa si nacimos en la familia mas humilde, si fuimos los menos populares en la escuela o colegio, eso no nos debe de etiquetar, porque hoy somos hijos, herederos de Dios y coherederos con Cristo, entonces también tenemos el potencial para tener éxito en nuestras vidas, no importa nuestro inicio, lo verdaderamente importante es como terminemos, si tenemos la decisión, el valor y la fe de creer que podemos hacerlo lo vamos a lograr y que mejor que hacerlo de la mano de Dios.
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