Que el Señor los lleve a amar como Dios ama, y a perseverar como Cristo perseveró. 2 Tesalonicenses 3:5
Hace unos años escuché la historia de una hoja de papel que soñaba con ser parte de un libro, todo su sueño era pertenecer a un libro de los más vendidos, pero de pronto vio cómo fue empacada con 499 hojas igualitas a ella, vio como de pronto las envolvían en una especie de plástico y era olvidada en un montón de empaques idénticos, por fin fue puesta con sus compañeras en un mostrador, pensaba para si que había llegado el momento, que por fin iba poder realizar su sueño, paso largos meses en aquel mostrador hasta que un día una señora se llevó el paquete a su casa allí vio como era quitado ese molesto recubrimiento de plástico y por fin volví a ser libre, pero después de tremenda inyección de adrenalina todo se vino abajo cuando un niño de no más de 7 años la tomo entre sus manos y la comenzó a manchar, por las gritos que dio el niño no se detenía, el niño seguía y seguía, esa hoja de papel sentía que todo su sueño se había destruido por culpa de un niño que no entendía nada de sueños, al final del día el mismo niño comienza a realizarle dobleces, para esa hoja parecía que aquel niño solo buscaba infringirle más dolor, por fin se dio por vencida renunció a sus sueños y se dejo morir, pero al pasa los días solo veía oscuridad aquel niño sin que ella lo notará había colocado a la hoja en una caja, pasaron los años y esa hoja solo veía oscuridad día atrás día, no comprendía porque no la habían roto o quemado, mejor aún tirado a la basura para ser reciclada, no entendía el propósito por el cual seguía en aquel cajón, cuando ya se había dado por vencida por el largo tiempo, alguien abría aquella caja y la tomaba entre sus manos, por fin termina este martirio se decía, pensaba que solamente era para romperla y tirarla, pero contra todo pronóstico aquel niño ya había crecido y ahora era un hombre que estaba contando una historia a otro niño, la hoja de papel quiso prestar atención a lo que ese hombre que tanto sufrimiento lee había causado, le están diciendo a su hijo, ella pensaba que le estaba dando consejos sobre cómo echar a perder sueños, pero contrario a su pensamiento aquel hombre le decía a su hijo a esta hoja le debo la vida, cuando tenía tu edad dibuje en ella a la que sería mi familia, aquí estoy yo, estás tu, tu hermana y tu mamá, cada vez que sentía que no podía más recordaba este dibujo, la guarde porque un día cuando tuvieras mi edad, quería que vieras donde inició nuestra familia y que los sueños se cumplen con los años, después de un largo proceso, aquella hoja derramaba lágrimas ahora no de tristeza, sino de alegría porque se había dado cuenta que su proceso la había llevado a realizar un mejor sueño del que ella había imaginado, no era solo una simple hoja de algún libro, sino era un recuerdo permanente de que los sueños se cumplen y ahora era una parte importante de la familia, sabes muchas veces me he sentido y se que tú también como esa hoja, por el tiempo pensamos que no merecemos el proceso, que porque otros cumplen sus sueños y pareciera que alguien se olvidó de los nuestros, pero en realidad sólo es parte del proceso que Dios tiene para nosotros ya que nuestros sueños posiblemente no tienen el alcance que Dios tiene para nosotros y sé que Dios está trabajando arduamente en llevarnos al cumplimiento de los sueños, solo debemos de aprender a esperar en Él y el día en que revele sus planes ya terminados para todos nosotros.