Luego ella gritó: «¡Sansón, los filisteos se lanzan sobre ti!» Sansón despertó de su sueño y pensó: «Me escaparé como las otras veces, y me los quitaré de encima». Pero no sabía que el Señor lo había abandonado. Jueces 16:20 NVI
Cuantos de nosotros cuando éramos niños no jugamos a hacer equilibrio en los bordillos y cual era la frase que escuchábamos de nuestros padres “te vas a caer”, la respuesta inmediata era “no me voy a caer”, no sé cuántos tobillos se han lesionado a lo largo de la historia, pero definitivamente en algún momento nos caímos, recuerdo que yo venía del hipódromo del norte, con mis papás, de pronto tuve la idea muy original de ponerme a realizar el equilibrio sobre el bordillo, el resultado un tobillo hinchado y una tarde completa escuchando la temida frase “te lo dije”, es bastante interesante cuantas veces he utilizado esta ilustración, para hablar sobre los límites, sabes el problema no es el bordillo, el problema es que nosotros nos subamos al bordillo, porque por muy buenos que seamos, en algún momento vamos a confiar tanto en nuestra capacidad, que aumentaremos la velocidad y allí se vuelve peligroso, yo en el hipódromo del norte no me caí en los primeros 100 metros, me caí en los siguientes, cuando mi confianza era total, cuando yo sentía que había dominando al mundo, pero sobre todo había logrado enseñarle a mis padres que estaba equivocados, que no me había caído, estaba ya pensando en el discurso que iba a provocar una disculpa total de mis padres, cuando solo escuche como tronaron los huesos de mi tobillo y ni había llegado al suelo cuando mi mamá ya estaba disparando “te lo dije”, lo peor no fue darles la razón, ni escucharlos toda la tarde, lo peor fue cuando mi tobillo se enfrió y el dolor se incrementó a un punto insoportable por los próximos dos días, la hinchazón, lo morado y por supuesto la incomodidad de no poder caminar adecuadamente, siempre me pregunte que necesidad tenia yo de subirme al bordillo, porque no hice caso, me pregunto ¿porque tenemos esa tendencia a hacerlo?, es más después de esa aventura, lo he hecho varias veces, me he vuelto a subir al bordillo, la mayoría de veces no he salido invicto, siempre con el tobillo doblado, no entiendo que atracción tienen los bordillos, pero nos hacen ir al límite, sabes esto me recuerda a las veces que Sansón jugo con Dalila, sobre su fuerza, de todas las emboscadas se libraba, fue hasta que se confió que de pronto todo cambio (como cuando te caes del bordillo) se dio cuenta que no saldría vivo de aquel momento, porque había confiado de que otras veces había podido escapar y esta vez también lo haría, esa confianza en sus posibilidades, lo llevo a perder los ojos, a volverse la burla de sus enemigos, claro el que desea justificarse dirá, que destruyo a sus enemigos, matando a la gran mayoría cuando ya había perdido los ojos, pero siempre he creído que si no se hubiese confiado, su destino seria otro, no era el propósito de Dios que estuviera sin ojos, que muriera con sus enemigos, pero el al confiarse, modifico su propósito y lo que puedo ser, ya no lo llego a ser, cuantas veces jugamos con nuestra confianza como cristianos, cuantas veces pensamos que vamos a salir avantes, cuantas veces pensamos que vamos a poder engañar a las personas sin que se den cuenta, cuantas veces creemos que podemos mentirle a Dios, sabes solo somos aquellos niños sobre el bordillo, jugando, creyéndonos los reyes del mundo, pero que en algún momento perderemos el equilibrio y tendremos un golpe y un dolor que no necesitábamos en nuestras vida, pero por jugar a estar en el límite, terminamos cayendo y haciendo lo que no queríamos, no debemos de parecernos a Sansón, debemos de parecernos mas a Cristo, que nunca jugo a ver hasta donde llegaba el límite, claro que lo puedo hacer, pero no lo hizo, porque estaba claro del propósito que tenía aquí en la tierra, y tu estas dispuesto a echar todo por la borda, solo por estar jugando con los límites.